martes, abril 14, 2009

Neoliberalismo e Instituciones

Neoliberalism and Higher Education
Stanley Fish

"(...) el neoliberalismo es una forma peyorativa para referirse a un conjunto de polìticas económicas y sociales que se basan en una poderosa fé en los efectos benéficos de el libre mercado. Esta es una definición muy citada de Paul Treanor:

"El neoliberalismo es una filosofía en la cual la existencia y la operación de un mercado se valoran en sí mismos, separado de cualquier relación previa con la producción de bienes y servicios... y donde la operación de un mercado o una estructura parecida es vista como una ética en sí misma, capaz de actuar como una gía para toda acción humana y sustituye a todas las creencias éticas previamente existentes" (Neoliberalism: Origins, Theory, Definition).

En un mundo neoliberal, por ejemplo, los asuntos de agravios - asuntos de negligencia legal - son resueltos no como asuntos éticos de culpa y restitución (¿quién hizo el daño y cómo la parte afectada puede ser restituida?), sino como las cuestiones económicas acerca del valor de una acción dañina de una persona en relación al costo de alguna otra persona afectada negativamente por la misma acción. Por ejemplo: puede darse el caso de que un derrame de mi fábrica está matando los peces de tu río; pero en lugar de pedirle al gobierno que detenga en actividades contaminantes (que involucrarían la pérdida de trabajos y la disminución del número de transacciones comerciales), ¿porqué mejor no nos sentamos e investigamos si la operación de mi fábrica produce más ganancia que la que se pierde como consecuencia de sus derrames?

Como dijo Ronald Coase en su artículo clásico, “The Problem of Social Cost” (Journal of Law and Economics, 1960): "La pregunta a resolver es: ¿el valor de los peces perdidos es mayor o menor que el valor del producto obtenido de contaminar el rio?". Si la respuesta es que se pierde mayor ganacia cerrando mi fábrica, entonces el principio de maximización de la ganancia y eficiencia nos dirige a una solución negociada: me permites que mi fábrica continúe contaminando tu río y yo te voy a compensar por eso o voy a asumir el costo de mover la corriente a otra parte dentro de tu propiedad, siempre y cuando el precio que pago por el derecho de contaminar no sea mayor que la ganancia producida por mis actividades.

Nótese que la "ganancia" en este ejemplo (que es un enfrentamiento extremadamente simplificado de transacciones infinitamente más complejas) es un argumento económico, no ético, o más precisamente: en un universo neoliberal, la ética se reduce a cálculos de ganancia y productividad. Nótese también que si tú y yo procedemos (como dicta el mercado) a arreglarnos entre nosotros - llegando a un arreglo privado- no existe necesidad de acciones, del gobierno o de las cortes, cada uno de ellos puede enturbiar las aguas (en donde los peces todavía se mueren) introduciendo preocupaciones morales o filosóficas, que a veces se refieren como "distorsiones del mercado".

Mientras en ontras teorías, lograr una mejor vida para todos requiere una medida de la intervención del estado, en las políticas del neoliberalismo (elaboradas por Milton Friedman y Friedrich von Hayek, y puestas en práctica por Ronald Reagan y Margaret Thatcher), la intervención del estado -políticas sociales dirigidas por el gobierno- son "presentadas como un problema, en lugar de una solución" (Chris Harman, “Theorising Neoliberalism,” International Socialism Journal, Diciembre 2007).

La solución es la privatización de todo (de ahí el eslogan "quitémonos el gobierno de las espaldas"), lo cual incluye la seguridad social, el cuidado de la salud, la educación obligatoria, el mantenimiento y posesión de los caminos, vías ferroviarias, aerolíneas, producción de energía, sistemas de comunicación y el flujo de dinero. (Esta lista, lejos de ser exaustiva, debería advertirnos sobre el éxito que la agenda neoliberal ha alcanzado).

La asunción es que: si se le permite a la libre empresa a llegar a cada esquina de la existencia humana, los resultados serán mejores para todos, incluso para los que temporalmente están en desventaja, por ejemplo: a los que ya no van a tener peces.

La objeción (que estoy reportando, no haciendo) es que en el paso entre un estado cuyas acciones están guiadas por la noción del "bien común" a un estado en el que los empresarios individuales persiguen "libremente" sus bienes privados, los valores tales como la moral, justicia, equidad, empatía, nobleza y amor son abandonados o redefinidos en términos del mercado.

Las transacciones con ganancias a corto plazo reeplazan las planeaciones a largo plazo diseñadas a producir una sociedad más justa y equilibrada. Todos están corriendo en círculos haciendo y adquiriendo cosas, pero las cosas hechas y adquiridas proveen sólo placeres momentáneos y vacíos (ir de shopping, casas de relumbrón, joyería y ropa de diseñador), que al final no tienen valor. El neoliberalismo, explica David Harvey, provee un "mundo de pseudo-satispacciones que es muy emocionante en la superficie, pero hueco por dentro" (”A Brief History of Neoliberalism.”).

Harvey y otros críticos del neoliberalismo explican que una vez que los objetivos y prioridades neoliberales han sido incrustados en la cultura, las instituciones que no se consideran neoliberales van a participar en prácticas que imitan y extienden los principios neoliberales -privatización, competencia desenfrenada, ausencia de políticas sociales, proliferación del mercado. Estas son exactamente los principios y prácticas que los críticos encuentran en las universidades de siglo 21, en donde (de acuerdo a Henry Giroux) el "legado histórico" de la universidad se concebida como una "esfera pública" ha dado paso a una universidad "que se define a sí misma en términos instrumentales, comerciales y prácticos" (“Academic Unfreedom in America,” in Works and Days.)