martes, agosto 18, 2009

Generación Zeta

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La generación Zeta está llenando las cárceles del país e incrementando la estadística criminal. Lo ilustra el INEGI. Los jóvenes representan 40 por ciento de los presuntos delincuentes del fuero federal y 49 por ciento en el fuero común. De éstos, la proporción de varones de 15 a 29 años involucrados en un crimen federal es de 41por ciento, y 50 por ciento en actos de competencia del fuero común mientras que las mujeres jóvenes representan 35 y 40 por ciento, respectivamente.

No hace mucho tiempo, los niños y jóvenes nacidos a partir de 1980 se les consideraba el "bono demográfico" del país, "la esperanza del siglo XXI" en términos sentimentales o la generación semilla de alphas y betas en la visión Huxleyana. Gracias a ellos la población económicamente dependiente (los niños y adultos mayores de 2010) no sufriría penurias, habría ahorros suficientes para la tercera transición demográfica de 2030 y México entraría de lleno al mundo desarrollado. Era el "mundo feliz" del neoliberalismo económico, con sus promesas de educación y empleo.

Hoy, cuando el futuro ya nos alcanzó, ésta es la generación de los rechazados en las universidades públicas, de los excluidos en el mercado laboral, la carne de cañón de la inútil y genocida "guerra contra las drogas" y de los condenados a ser la última letra de nuestro alfabeto por la ineficacia, insensibilidad y agotamiento de un modelo económico y educativo que sería el mundo perfecto, de no ser porque le sobran 60 millones de mexicanos, la mayoría de ellos jóvenes.

A pesar de esta realidad no hay una sola señal para intentar modificar el destino de los jóvenes de hoy. El próximo presupuesto será un indicador duro. Si se proponen más cárceles y menos recursos a las universidades, más policías y menos científicos, más soldados y menos laboratorios de investigación, estaremos pavimentando la llegada de más jóvenes zetas, etas o iotas, y diciendo adiós a quienes un día pudiendo ser alphas, betas o gammas, el fundamentalismo economicista los condenó a vivir en un mundo infeliz.